Las matemáticas y la naturaleza
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Las matemáticas no sólo se encuentran presentes en los cálculos cotidianos, estas, se encuentran en prácticamente todo lo que nos rodea, ocultándose a simple vista en la estructura de todos los objetos que percibimos. También hay matemáticas en la naturaleza.
No estamos hablando de deshojar margaritas por amor, hablamos de algo tan profundo como el mismo origen de las matemáticas. Gracias a la observación del entorno, fue que se desarrolló esta ciencia.
No estamos hablando de deshojar margaritas por amor, hablamos de algo tan profundo como el mismo origen de las matemáticas. Gracias a la observación del entorno, fue que se desarrolló esta ciencia.
En la naturaleza es frecuente encontrar patrones matemáticos fascinantes. Formas de algunas plantas, animales y entornos, nos llevan a preguntas existencialistas como si es posible que los propios organismos se diseñen de esta manera, o si habrá alguna mente maestra propiciando la génesis de estas estructuras.
Utilicemos el ejemplo de los fractales, unos objetos geométricos que mantienen la misma estructura básica en diferentes niveles. Formando un patrón que consigue conservar un desarrollo regular, como por ejemplo, las conchas de los caracoles o las raíces de los árboles, que crecen con la misma estructura, pero no de la misma manera.
La divina proporción
Los pétalos de las flores -en su mayoría- tienen una simetría perfecta, similar a otras en la naturaleza como la caparazón de un caracol, los cristales minerales e incluso nuestra galaxia.
A esta simetría se la llama “proporción divina”, “número áureo” o “número de oro”. Es un número muy recurrente en algunos patrones de la naturaleza y no podemos creer que sea un capricho o una casualidad.
En términos más simples sería la proporción que tiene que tener el segmento AB con respecto a BC para que sea igual a la proporción entre AB y AC.
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